Con lentitud pero constancia, sigo subiendo los artículos que publiqué en 2019. Ahora le toca el turno a la entrevista que le hice a Miguel Ángel Ortiz en julio para la revista
Panenka a propósito de su ensayo
Poesía y patadas, que recorre cien años de fútbol y literatura.
El autor es un viejo conocido de este blog, pues en 2013 y en 2014 participé en la presentación de
Fuera de juego y de
La inmensa minoría, las dos novelas
que precedieron a este ensayo. Aunque Miguel Ángel vive desde hace años en Barcelona, ya es tradición que estrene sus libros en Medina de Pomar (Burgos), su pueblo de adopción (él nació en Ciudad del Cabo). Por eso mismo, hasta allí, hasta la bella comarca de
Las Merindades, nos acercamos el
escritor Manuel Abacá, el autor y yo para
conversar sobre fútbol, poesía, patadas y lo que se terciase.
Pese a que mis conocimientos balompédicos son rudimentarios, Poesía y patadas me interesó debido a la fuerte presencia de la literatura. Por ejemplo, descubrí que había un montón de poemas escritos por mujeres. También que Gabriel Celaya y Rafael Alberti habían dirimido sus diferencias futbolísticas a través de la poesía, que Unamuno tuvo un famoso jugador en la familia —Pichichi— o que hubo serías disputas semánticas a la hora de traducir el nombre de este deporte (¡esferomaquia quería llamarlo Azorín!). En fin, hasta el atrabiliario Valle-Inclán quiso decir algo sobre el fútbol.
Otro elemento que me llamó la atención es que el debate de si el fútbol es más negocio que deporte viene de lejos. Ah, y como bibliófilo que soy, me encantó que Miguel Ángel trajera a la charla algunos libros antiguos que ha ido coleccionando estos años.
Aquella charla en Medina de Pomar, tiempo más adelante, nos llevó a otra conversación y a esta entrevista cuyo inicio transcribo.
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“La novela ‘Judas futbolista’ ya criticaba
en 1928 el negocio del fútbol”
Fútbol y literatura se mezclan en 'Poesía y patadas', el libro de Miguel Ángel Ortiz. Y también lo hacen en esta charla entre el escritor y Rubén A. Arribas
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Miguel Ángel Ortiz, en la biblioteca de Medina de Pomar. Foto: Laura Caorsi |
“Escribir sobre fútbol es la mejor manera de continuar jugándolo”. Esa frase de Eduardo Galeano que recoge Miguel Ángel Ortiz en su último libro,
Poesía y patadas (Córner, 2019), resume mejor que ninguna otra el vínculo que este escritor medinés tiene actualmente con el balón. Ahora que lleva un tiempo retirado del fútbol aficionado debido a una lesión de rodilla, Ortiz siente más que nunca que leer y escribir sobre su deporte favorito es una manera diferente de disfrutarlo. También una apuesta por seguir profundizando en el mundo narrativo que construyó en las dos novelas que antecedieron a este ensayo:
Fuera de juego (Caballo de Troya, 2013) y
La inmensa minoría (Random House, 2014).
Por esa razón, en los últimos cinco años, Ortiz ha leído algo más de 300 obras futboleras en diverso grado y en los más variados estilos. Desde la crónica de Horacio Quiroga que marca en 1918 el inicio del periodismo deportivo hasta ese desatado canto al fútbol que es Dios es redondo, de Juan Villoro. Desde los poemas de Rafael Alberti, Gabriel Celaya o Miguel Hernández hasta los de Clara Janés, Blanca Varela, Mercedes Saorí o Gioconda Belli. Desde los cuentos de Roberto Fontanarrosa, Osvaldo Soriano y Eduardo Sacheri a las novelas de Peter Handke, Pier Paolo Pasolini, Philip Winkle o Ramiro Pinilla. Todo ello sin dejarse atrás libros de carácter más sociológico, como Futbolistas de izquierdas, de Quique Peinado, o También nos roban el fútbol, de María y Ángel Cappa.
A primera vista, Poesía y patadas funciona como una entretenida enciclopedia donde encontrar más de un centenar de referencias literarias con las que construir una buena biblioteca futbolera. Sin embargo, terminada y digerida su lectura, deja un regusto intenso y único en el paladar: la sensación de haber entendido mejor por qué ha sido tan fecunda la relación entre el fútbol y la escritura desde principios del siglo XX hasta hoy. De todo ello ha hablado el autor con Panenka.