9 de febrero de 2009

Gens ediciones

Ya anda por ahí el n.º de febrero de Vulture. Esta vez el entrevistado de la sección Pequeñas independencias es Sergi Bellver, el hombre orquesta de Gens ediciones. Con él charlé unas tres horas poco antes de que se marchase a Barcelona a pasar las vacaciones de Navidad y justo después de que terminase su jornada laboral... Quizá el detalle parezca nimio; sin embargo, cuenta mucho sobre la dedicación y la cuota de romanticismo que supone el oficio de editor (de hecho, retrasamos la reunión para que él pudiese ir a Correos a enviar unos libros para la prensa). Hoy, que el ruido mediático de las grandes superficies y los grupos editoriales impide muchas veces conocer el trabajo artesanal que algunos desempeñan, no está de más poner el acento en estas pequeñas cosas. Los buenos catadores de literatura lo agradecerán.

. Entrevista en pdf (está por llegar)
. Versión en html de Vulture.

SERGI BELLVER, EDITOR DE GENS EDICIONES

«Buscamos descubrir autores que se tomen en serio la literatura»

Desde que nació en 2005, esta editorial apuesta por no hacerle concesiones a las modas y persigue que ningún buen texto literario, sea quien sea su autor, quede sin publicar.

Rubén A. Arribas


«Soy el hombre orquesta», bromea Sergi Bellver mientras abre la puerta de la editorial. Como sucede en todo sello literario pequeño, su labor abarca casi cualquier tarea: recibe los originales, corrige las pruebas de impresión, conversa con los autores, vigila que los contenidos de la web estén actualizados o difunde el proyecto en su bitácora y en Facebook. Incluso se encarga de meter cien libros en sus respectivos sobres y pasar después un buen rato en Correos enviándoselos a los medios. Con razón, sostiene que este año y algo que lleva en Gens le ha supuesto «todo un máster en edición».

Entre sus tareas está también la de lector editorial. Para explicar cómo trabajan aquí, deja sobre la mesa un manuscrito de un autor inédito. El cuadernillo de espiral sólo está identificado por un código alfanumérico, es decir, no figura el nombre del escritor. Como explica la web, y como señala Bellver, el comité de lectura criba el material sin saber quién lo ha escrito.

—Estamos enfocados hacia los textos, no hacia los autores. Si el texto nos gusta, aunque el autor sea desconocido o nos caiga mal, lo publicamos.

Entre otras cosas, eso implica que Gens prefiere publicar libros de calidad a buscar un autor emergente, sostenerlo durante dos o tres títulos y confiar en que sus ventas despeguen tarde o temprano. De ahí que el rigor en la lectura sea su filosofía de trabajo. De hecho, la editorial dedicó casi dos años a seleccionar relatos inéditos de autores desconocidos para la antología Parábola de los talentos. Algunos de los cuentistas que incluyeron, como Matías Candeira o Juan Carlos Márquez, meses después se convirtieron en finalista del Premio NH de Relato y en ganador del Premio Tiflos de Cuento 2008 respectivamente. Así que el comité de lectura parece tener criterio y buen ojo.

Algo parecido sucedió con Caja Alta, la colección de poesía. La editorial dedicó un año a cribar poemarios de autores desconocidos hasta que dio con uno de suficiente calidad, NN, del chileno Julio Espinosa Guerrero; con él inauguraron su catálogo poético. Después, Territorio en penumbra, de Luis Luna, y La llama bajo los escombros, de Julio Monteverde, segundo y tercer título de la colección, salieron con apenas un mes de diferencia.

—Publicamos libros cuando encontramos textos que nos gustan... No tenemos presión para publicar. Gens persigue ser viable, pero no crecer de manera desaforada. Lo importante para nosotros es descubrir autores que se tomen en serio la literatura.


**
*

Tres libros de Gens ediciones

Nosotros, todos nosotros, de Víctor García Antón. Bajo una aparente sencillez narrativa, García Antón disloca en sus cuentos la realidad para hacer pasar por normal la extraña manera en que sus narradores se relacionan con las mujeres. Guiños al surrealismo —a su esencia bretoniana, no a la versión pintoresca que circula por ahí—, mucha libertad formal y una prosa trabajada con tesón de orfebre, convierten a este autor en un apetecible fruto para lectores ávidos de propuestas poco trilladas (pero, ojo, de alta calidad). Quienes disfruten cuestionándose cómo leen o intenten definir qué es un cuento apreciarán este libro.

André Breton y los datos fundamentales del surrealismo, Michel Carrouges. Esta joya ensayística lo tiene todo para convertirse en un título de referencia del sello. Inédito en español hasta la fecha, este libro de Michel Carrouges, coetáneo de André Breton, ahonda en qué clase de brecha abrió el surrealismo en la educación clásica y racionalista francesa, y por extensión en el mundo. La traducción es del cuentista y experto en surrealismo Ángel Zapata. Lectura indispensable para tanto pseudovanguardista como anda suelto.

(Más Michel Carrouges: aquí y aquí.)

Territorio en penumbra, de Luis Luna. Este poemario trabaja con la densidad de la palabra. En la estela de Paul Celan o José Ángel Valente, el autor condensa su voz hasta el epigrama y busca siempre unas pocas palabras —mínimas, insustituibles— que sean capaces de bordar sobre la página en blanco «un nido silencioso» donde la voz poética pueda instalar «la pérdida», la herida de ser también ese otro que uno desconoce y que descubre, por ejemplo, mientras escribe. Elipsis, sobriedad y precisión son los mejores valores de Luis Luna.

*

Más entrevistas a editores


No hay comentarios:

Publicar un comentario