Acaba de salir el n.º de noviembre de Vulture, donde he publicado una entrevista a Constantino Bértolo, el editor de Caballo de Troya (en verdad, y como él me corregiría, el 'director literario' de ese sello, que pertenece a Mondadori). Además de escritor, ex crítico de El País, descubridor de talentos como Ray Loriga o editor de una cantidad inmensa de autores jóvenes, es también el artífice de que la obra de Mario Levrero circule por fin en España. El año pasado publicó Dejen todo en mis manos y El discurso vacío y, junto con Ignacio Echevarría, ha empujado para que Mondadori saque todo lo demás. Por cierto, entre lo que leo en este momento figura La cena de los notables, el ensayo sobre crítica literaria y lectura que Bértolo ha publicado con Periférica. Pronto daré señales de vida al respecto; por ahora, la entrevista con este caballero.
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CONSTANTINO BÉRTOLO, EDITOR DE CABALLO DE TROYA
«Busco autores que escriban sobre la precariedad
como una manera de estar en el mundo»
Su fuerte es descubrir nuevos talentos. Y su pasión, combatir el aburguesamiento literario. A sus 62 años, este editor quiere volver a descubrir otro icono como Ray Loriga.
Él fue quien descubrió a Ray Loriga. Corría 1992 cuando le publicó su primer libro, Lo peor de todo, en Debate. Entonces esta editorial era independiente y atravesaba problemas económicos; de ahí que le encomendase a Constantino Bértolo buscar nuevos autores, pues el sello «no podía competir en el mercado de los adelantos». Según él, sólo vendió unos 600 ejemplares de esa novela, y no fue hasta la segunda, Héroes, cuando Loriga despegó. De aquella época suya, cuenta, son también escritores como Germán Sierra, Marta Sanz o Josán Hatero.
Hoy, Debate pertenece a Mondadori, y Bértolo dirige desde 2004 —año de su creación— Caballo de Troya, también propiedad de ese grupo. Este nuevo sello mantiene la filosofía con la que más se identifica Bértolo: buscar talentos emergentes. Y si bien trabajar para una multinacional siempre lo pone a uno bajo sospecha, el editor subraya que un proyecto tan arriesgado como este sería inviable económicamente fuera de un grupo así. De hecho, incluso el nombre sugiere su carácter poco comercial:
—Se llama Caballo de Troya porque intento entrar en el terreno del enemigo utilizando algo que este aprecia. Al fin y al cabo, la Literatura —así, con mayúscula— es una conscripción que pertenece a ámbitos elitistas y que, históricamente, ha estado en manos de la burguesía.
El terreno del enemigo es el discurso narrativo dominante, ese que homogeniza el gusto y neutraliza el disenso. Ese que impone que la cultura que no vende no existe. De ahí que Bértolo defina su proyecto como «una editorial de intervención» y que busque autores capaces de cuestionar la actual Sociedad del Espectáculo. Títulos, como Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás, de Julián Rodríguez, o El año que tampoco hicimos la revolución, del colectivo Todoazen, indican hacia dónde encamina Bértolo principalmente su caballo de batalla.
Aunque sabe que el efecto de esa intervención es bajo —publica entre 9 y 11 títulos anuales y vende unos 640 ejemplares por libro—, lo que le importa es dar el mensaje de que existe la posibilidad de algo distinto. Entre tanto, Mondadori suma autores con que nutrir a medio y largo plazo su división literaria; eso sí, pendiente de si da con un nuevo Ray Loriga. ¿Que cómo sería ese icono del cambio generacional?
—Debería descubrir lo que está emergiendo y hacerlo ver con fuerza, no quedarse en la espuma. Por ejemplo, me interesa la aparición de la precariedad; ya no como horizonte de vida, sino como una manera de estar en el mundo. El día que alguien cuente lo que no vemos ahí quizá demos con un autor distinto. Por ahora, la narrativa mileurista no logra salir del neocostumbrismo.
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CONSTANTINO BÉRTOLO, EDITOR DE CABALLO DE TROYA
«Busco autores que escriban sobre la precariedad
como una manera de estar en el mundo»
Su fuerte es descubrir nuevos talentos. Y su pasión, combatir el aburguesamiento literario. A sus 62 años, este editor quiere volver a descubrir otro icono como Ray Loriga.
Él fue quien descubrió a Ray Loriga. Corría 1992 cuando le publicó su primer libro, Lo peor de todo, en Debate. Entonces esta editorial era independiente y atravesaba problemas económicos; de ahí que le encomendase a Constantino Bértolo buscar nuevos autores, pues el sello «no podía competir en el mercado de los adelantos». Según él, sólo vendió unos 600 ejemplares de esa novela, y no fue hasta la segunda, Héroes, cuando Loriga despegó. De aquella época suya, cuenta, son también escritores como Germán Sierra, Marta Sanz o Josán Hatero.
Hoy, Debate pertenece a Mondadori, y Bértolo dirige desde 2004 —año de su creación— Caballo de Troya, también propiedad de ese grupo. Este nuevo sello mantiene la filosofía con la que más se identifica Bértolo: buscar talentos emergentes. Y si bien trabajar para una multinacional siempre lo pone a uno bajo sospecha, el editor subraya que un proyecto tan arriesgado como este sería inviable económicamente fuera de un grupo así. De hecho, incluso el nombre sugiere su carácter poco comercial:
—Se llama Caballo de Troya porque intento entrar en el terreno del enemigo utilizando algo que este aprecia. Al fin y al cabo, la Literatura —así, con mayúscula— es una conscripción que pertenece a ámbitos elitistas y que, históricamente, ha estado en manos de la burguesía.
El terreno del enemigo es el discurso narrativo dominante, ese que homogeniza el gusto y neutraliza el disenso. Ese que impone que la cultura que no vende no existe. De ahí que Bértolo defina su proyecto como «una editorial de intervención» y que busque autores capaces de cuestionar la actual Sociedad del Espectáculo. Títulos, como Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás, de Julián Rodríguez, o El año que tampoco hicimos la revolución, del colectivo Todoazen, indican hacia dónde encamina Bértolo principalmente su caballo de batalla.
Aunque sabe que el efecto de esa intervención es bajo —publica entre 9 y 11 títulos anuales y vende unos 640 ejemplares por libro—, lo que le importa es dar el mensaje de que existe la posibilidad de algo distinto. Entre tanto, Mondadori suma autores con que nutrir a medio y largo plazo su división literaria; eso sí, pendiente de si da con un nuevo Ray Loriga. ¿Que cómo sería ese icono del cambio generacional?
—Debería descubrir lo que está emergiendo y hacerlo ver con fuerza, no quedarse en la espuma. Por ejemplo, me interesa la aparición de la precariedad; ya no como horizonte de vida, sino como una manera de estar en el mundo. El día que alguien cuente lo que no vemos ahí quizá demos con un autor distinto. Por ahora, la narrativa mileurista no logra salir del neocostumbrismo.
¡Fascinante!
ResponderEliminarGracias, Iria, muchas gracias.
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