6 de abril de 2009

El Gaviero

Mi última entrevista para Vulture me deparó una grata sorpresa: descubrí que Ana Santos, la editora de El Gaviero, es de Guadalajara, como yo. En lo que va de año es la segunda alcarreña que me cruzo en los algodonales de la literatura (la otra fue Diana Nuño, quien participa con su blog en Algunas ideas buenísimas que el mundo se va a perder, de Alberto Olmos). Sé poco de Guadalajara porque viví allí sólo mis primeros 20 meses; de todos modos, y dada mi condición de manchego errante, me da curiosidad esto de conocer gente de ahí que no sea de mi familia y que encima se dedique a los libros. Tenía que decirlo. Ya lo he dicho... Ahora, la entrevista.

PD: Por cierto, esta será mi despedida de Vulture... La famosa recesión nos golpea a todos. Ellos han tenido que olvidarse del papel y yo, del tiempo libre. Quizá más adelante retomemos la sección. Si sobrevivimos al 2009, digo.

. Versión en html de la entrevista: aquí (página 37).
. Versión en pdf (todo se andará, que está complicada la cosa).


ANA SANTOS, EDITORA DE EL GAVIERO

«La poesía es un mercado difícil, pero los lectores son muy fieles»

En 2009, El Gaviero cumple cinco años publicando libros con formatos inusuales y materiales de gran calidad para autores emergentes. Lo suyo es, sobre todo, arriesgar con la poesía.

Rubén A. Arribas


—A nosotros lo que más nos cuesta es hacer todos los libros iguales.

Al otro lado del teléfono Ana Santos ríe como una niña traviesa: sabe que los libros de El Gaviero destacan por su impacto visual y por lo atrevido de sus propuestas. En su catálogo hay un poemario bilingüe español-inglés que homenajea a la Guerra de las Galaxias, relatos y novelas cortas encuadernadas a la manera de un viejo cartoné, libros que mezclan poesía, prosa e ilustración cosidos con espirales metálicas... Su identificación con el mundo de la edición es tal que los nombres de algunas de las colecciones, como Hule negro, Guairo o Troquel, incluso refieren explícitamente al oficio.

—Esto tiene una parte lúdica, que es lo que nos hace disfrutar de la edición. Para nosotros la libertad en el diseño y mezclar lenguajes es muy importante. Sabemos que es arriesgado, pero también que hay gente que espera algo así.

Ese nosotros incluye a Pedro J. Miguel, la otra parte de El Gaviero. Fue la experiencia de ambos con la revista Salamandria la que les hizo ver que existía un «un nicho de mercado» por explotar: el de los lectores que aprecian, además de la calidad del contenido, la belleza del continente: buen papel, ediciones numeradas, sistemas de cosido especiales... De ahí que se plantearan el desafío de «publicar libros bonitos a precios razonables».

A pesar de de que usan materiales y procesos poco frecuentes, Santos y Miguel mantienen en general sus precios entre 14 y 20 euros. Eso les llevó en su día a tomar una decisión comercial pionera: prescindir del distribuidor, responsable de que el libro se encarezca un 60 por ciento. En su lugar apostaron por internet para difundir y vender los libros. Asimismo, abrieron la posibilidad de suscribirse a su catálogo —por 100 euros recibes los 8 o 9 poemarios que publican cada año— y colocaron sus títulos en librerías comprometidas al cien por cien con la literatura. Todo ello da una pauta de qué clase de empresa cultural es esta:

—Somos una editorial bonsái: muy cuidada y muy chiquitita.

A los dos adjetivos que menciona Santos, hay que añadir un tercero: arriesgada. Gran parte de los 35 títulos que componen su catálogo corresponden a poetas españoles, muchos de ellos jóvenes y desconocidos. Entre los autores que mejor han funcionado en los cinco años de vida gaviera están Kepa Murúa y María Eloy-García, quienes agotaron los 666 ejemplares de su edición en apenas un año. Javier Corcobado casi lo ha logrado también. Y Ana Gorría, Juan Antonio Iglesias o Antonio Portela están en ello. De ahí que frente al clásico «la poesía no vende», Ana Santos conteste:

—La poesía es un mercado difícil, pero los lectores son muy fieles.


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Tres libros para conocer El Gaviero


Que la fuerza te acompañe, VV. AA. Este es uno de esos libros que, como diría Ana Santos, saca «a la poesía de la urna de cristal donde la han metido». Y es que en este poemario colectivo autores como Luis Alberto de Cuenca, Carlos Marzal, Ana Gorría o Harkaitz Cano homenajean a la Guerra de las Galaxias en formatos varios: soneto, haiku, poema narrativo... La edición fue bilingüe y se publicaron 1977 ejemplares (ese fue el año en que se inició la saga). El Gaviero le mandó un ejemplar a George Lucas... Sin embargo, este todavía no ha contestado.

El polizón desnudo, de Ana Tapia. Ana Tapia, antropóloga y poeta, viaja al encuentro de pueblos africanos como los Wayaj o los Azande, reflexiona sobre el estrógeno o le escribe una epístola a Corto Maltes. En el destilado que deja sobre cada hoja siempre hay una imagen del otro; de cómo nos vemos, de cómo nos ven. La mirada y el nomadismo de espíritu son los dos grandes ejes que atraviesan los poemas, relatos, caligramas y prosa poética que contiene este libro híbrido.

Circus girl, de Maite Dono. «Hablar de luz es insoportable / Lo intento muchas veces y no existe poesía / Sólo dios y calor entre las piernas». La cantante, actriz y poeta Maite Dono apela al lenguaje desnudo, a los versos sin puntuación y a la dicción teatral para hablar de las servidumbres del amor. Ternura y desgarro a partes iguales, algo así como la delicada Tori Amos cantándole en el piano a Kurt Cobain Smells Like a Teen Spirit después de que este hubiera roto todas sus guitarras y se hubiera suicidado.

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