14 de abril de 2009

Talleres de escritura

Este mes salió en la revista Toumaï un reportaje que hice sobre talleres de escritura. Como quiera que esta publicación está orientada sobre todo al colectivo inmigrante, conversé con varios escritores y alumnos extranjeros sobre su experiencia en la materia. Entre los primeros están Leonardo Valencia (Ecuador), Julio Espinosa (Chile) y Juan Carlos Méndez Guédez (Venezuela). Entre los segundos, Claudia Tricerri (Perú), Inés Bayón (Colombia) y Luis Borges (Venezuela). A todos ellos, gracias por su tiempo y su buena predisposición.

Más abajo transcribo íntegro el reportaje. Para la versión en pdf, clic aquí.



Aprender a escribir literatura

Escribir y leer son dos placeres aptos para todos los públicos y edades. Muchas personas escriben poemas, cuentos o novelas y los dejan morir en el olvido porque no saben qué hacer con ellos. Los talleres de escritura son una opción para quienes se animen a compartirlos y quieran escuchar a otras personas opinar sobre ellos. En estos espacios educativos, la literatura es la excusa para estimular en grupo la imaginación. También para divertirse y conocerse mejor a uno mismo.

Rubén A. Arribas


“No van a los talleres para ser profesionales de la escritura —aunque en el fondo lo desean—; más bien buscan compartir una inquietud que los hace bichos raros en su entorno y que no la pueden compartir con otras personas”. Para Julio Espinosa, poeta chileno y director de la Escuela de Escritores de Zaragoza, esa es la principal motivación que lleva a muchas personas a apuntarse a un taller de escritura. Sean argentinos, cubanos o españoles, sus alumnos comparten una afición: el gusto por la literatura.

De manera similar se expresa Leonardo Valencia, quien dirige el programa de Escritura Creativa de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Muchos entran en los talleres no porque quieren ser escritores, sino porque leen y quieren saber cómo se escribe aquello que leen... O, simplemente, para charlar sobre libros”, destaca el autor ecuatoriano.

Este tipo de talleres busca que los estudiantes aprendan los mecanismos y recursos narrativos con que trabajan los escritores. Para ello combinan lecciones teóricas con ejercicios prácticos. Entre las cuestiones que se abordan están cómo se construye un personaje, cómo se maneja el punto de vista o qué posibilidades de corrección ofrece un texto. Además de los contenidos teóricos, los alumnos reciben semanalmente una consigna que funciona como un disparador para escribir. Clase tras clase leen en voz alta sus ejercicios y escuchan los comentarios del profesor y de los compañeros, quienes argumentan lo que les ha gustado y lo que no. Con las críticas y sugerencias de mejora recibidas, los alumnos reescriben el texto y vuelven a presentarlo.

Más que en los contenidos teóricos, el aprendizaje descansa en gran medida en este diálogo entre el autor y sus lectores. De ahí que uno de los aspectos que más cueste a los alumnos al principio sea perder el miedo a expresarse y escribir sobre aquello que verdaderamente desean. Quien más y quien menos debe derribar algún tabú interno.

“Cuando los alumnos me preguntan ‘¿sobre qué puedo escribir?’, les digo que no se trata de eso... Lo que pasa es que no te atreves a contar esa cosa que ni siquiera se la contarías a tu amigo más íntimo. Ahí empieza la escritura, ese es el punto de partida; una vez que asumes eso, asumes el riesgo de estar escribiendo... Y nunca nadie dijo que escribir sea fácil”, subraya Leonardo Valencia.

Recordar una infancia añorada, narrar los sentimientos alrededor de la inmigración, convertir en historia una anécdota de un viaje reciente... Cada cual debe encontrar su tema en todo momento; en clase aprenderá los recursos que emplearon otros autores y que pueden servirle para mejorar lo que ha escrito. Eso sí, a cambio de pasar algún apuro a la hora de leer en voz alta.

“Al principio me daba vergüenza compartir cosas tan íntimas... Pero en el taller aprendí a relajarme, a romper con el miedo escénico, a no tener miedo de lo que pienso o siento”, apunta la peruana Claudia Tricerri, alumna del Taller Fuentetaja. Y añade: “Las clases te enseñan a abrirte a los demás: circulan muchos sentimientos”.


METAS ALCANZABLES

Algunos talleres complementan su oferta formativa con charlas de escritores, presentaciones de libros o seminarios sobre literatura. Asimismo, muchos de ellos suelen impulsar una revista, blog, lista de correo o foro donde los alumnos publican lo que escriben, intercambian comentarios sobre libros o se pasan información literaria. En los talleres ya consolidados y con cierta estructura incluso publican anualmente una antología con los mejores textos presentados por los alumnos.

Los precios de los cursos varían mucho según el formato y quién los imparte. En general, los centros culturales, bibliotecas municipales o espacios que dependen de asociaciones vecinales ofrecen talleres gratuitos o con un coste económico (alrededor de 30 euros por mes). En talleres o escuelas con más renombre y mejor estructura docente, los precios rondan los 75 euros mensuales para los cursos por internet y los 90 para los presenciales de una clase de dos horas a la semana en grupos de hasta quince personas. Otra opción son los denominados «talleres de autor», ofertados por algunos escritores por cuenta propia. Los precios de estos últimos son similares a los de los talleres o escuelas.

El coste puede ser un factor limitante; sin embargo, para algunos, como Luis Borges, supone un incentivo personal. “Soy una persona poco voluntariosa... Si pago, me veo obligado a ponerme una disciplina, a producir textos con más frecuencia”, argumenta este venezolano. Él ha cursado talleres desde el bachillerato y asegura que le gustan porque le sirven para “aprender de las personas que ya han pasado por donde está uno”. Ahora tiene entre manos su primera novela; de ahí que asista a un taller en Arteduna con Juan Carlos Méndez Guédez, un escritor venezolano con una sólida trayectoria literaria.

La mayoría de las noches, Borges se sienta a escribir a eso de las once, cuando llega de trabajar. Él estudió para guionista de cine o de televisión; sin embargo, debe conformarse por el momento con vender alarmas puerta a puerta. En cualquier caso, persevera en lo suyo: “Intento escribir una página de mi novela cada noche”.

Si persiste y sigue trabajando, en unos años le llegará ese momento que todo amateur en el fondo ansía: publicar. De hecho, puede tomar como referencia al peruano José Luis Torres Vitola, quien fue alumno de Méndez Guédez y que publicó el año pasado con Algaida Editores su libro de cuentos 5:37. Es decir: quien trabaja, llega al objetivo.

En cualquier caso, si algo se aprende en un taller de escritura es que publicar es lo menos importante. Si cuando uno empieza a tocar el piano no se obsesiona con dar conciertos, con la escritura ha de suceder algo parecido: lleva años dominar este exigente instrumento hecho de palabras que es la lengua. Por ello el acento debe recaer sobre el aprendizaje y el disfrute de la escritura.

La mayoría de los alumnos así lo siente. Como dice Claudia Tricerri, “por ahora busco descubrir nuevos autores, que alguien lea lo que escribo y que me lo corrija”. Su ilusión es “publicar algo, algo que lea y diga: me encanta”. Sin embargo acota: “No sé si quiero vivir de esto”. Y es que aprender a escribir o que te guste la literatura no son placeres incompatibles con trabajo alguno.

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RECUADROS

Luis Borges, 28 años. Luis mantiene el blog http://oboed.blogspot.com y es venezolano como Juan Carlos Méndez Guédez, su profesor de escritura en el Taller Arteduna. Vino a España para hacer un máster de guión cinematográfico, y por ahora trabaja vendiendo alarmas puerta a puerta... Todavía no encontró empleo en una productora de cine o de televisión. De su profesor lo que más valora es “su tono respetuoso con la persona y sus opiniones, que vienen de la experiencia: se nota que ha recorrido un largo camino”.

Inés Bayón, 53 años. “Todo el mundo que lee escribe un poco”, sostiene esta colombiana, a quien su padre le inculcó de niña la afición por los libros. En 2007 comenzó con las clases de escritura en el Taller Fuentetaja. Su experiencia la valora así: “Me encanta ir: es la única forma de que te escuchen lo que escribes, y eso es algo que me motiva mucho para seguir escribiendo”. No piensa en publicar; según ella, lo importante ahora es aprender, pasar un buen rato con los compañeros y que Gloria, su profesora, siga leyéndola y corrigiéndola.

Alternativas: muchas y variadas. Los talleres de escritura contemplan un gran abanico de opciones. Los más clásicos son los de iniciación a la escritura creativa, relato breve, poesía y novela; pero también se ofertan de redacción periodística, microrrelatos o novela negra. Incluso los hay para trabajar con la autobiografía, adentrarse en la literatura infantil o familiarizarse con los guiones de cine. Y, en casi todas las variantes, existe la posibilidad de cursarlos de manera presencial o a través de internet. Muchos de ellos son trimestrales, pero en general los talleres más avanzados se plantean como un curso anual regular. En verano, se pueden hacer cursos intensivos.

Direcciones útiles

Barcelona

. Laboratorio de Escritura: cursos [arroba] laboratoriodeescritura.com y 93 213 94 89.
. Escola d’Escriptura: escolaescriptura [arroba] ateneubcn.org y 93 317 49 08.

Bilbao

. Asociación escribe-lee: info [arroba] escribe-lee.es y 600 74 21 16.
. Taller Alfa: talleralfa [arroba] telefonica.net y 944 161 129.

Madrid

. Taller Fuentetaja: info [arroba] fuentetajaliteraria.com y 91 531 15 09.
. Taller Arteduna: informacion [arroba] arteduna.com y 91 541 32 37.
. Escuela de Escritores: info [arroba] escueladeescritores.com y 91 758 31 87.

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En este reportaje, se me quedaron varias cosas en el tintero; pero al menos una de ellas quisiera rescatarla, más que nada porque insistí para que me pasaran los datos y al final no vieron la luz en papel:

Lo más barato: centros culturales y bibliotecas. Antonio Jiménez Morato y Elvira Navarro imparten talleres gratuitos en varias bibliotecas municipales de Madrid. En Bilbao, los centros Deusto, San Francisco y Begoña ofertan cursos muy económicos. Para Barcelona, lo mejor es preguntar en el centro cívico más cercano. Más información: www.munimadrid.es, www.madrid.org, www.bilbao.net y www.bcn.es.

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