7 de mayo de 2020

Entrevista a Gustavo Espinosa / CTXT

A finales de enero nos visitó el escritor uruguayo Gustavo Espinosa, que estaba de viaje por Europa. A su paso por Madrid, presentó el Tríptico de Treinta y Tres, que reúne sus tres mejores novelas en un solo volumen: Las arañas de Marte, Carlota podrida y Todo termina aquí (en ese orden). El libro, publicado por la editorial valenciana Contrabando, tiene unas 430 páginas y lleva prólogo mío. La puesta de largo a este lado del Atlántico fue en nuestra bienamada librería Juan Rulfo, donde Miguel Blasco (coordinador editorial de Contrabando) y quien esto escribe acompañamos al autor lo que mejor que pudimos y supimos.

Además, y aprovechando esta vez que el río Olimar pasaba cerca de Madrid, entrevisté a Espinosa para El Ministerio, la sección de la revista CTXT donde colaboro desde hace algo más de dos años. Después de tantos días leyendo y releyendo su obra completa —incluidas China es un frasco de fetos y Cólico miserere, inencontrables por ahora en España—, fue un placer conversar con Espinosa sobre su barroquísima, desmesurada y militante estética.

Eso sí, tras hacerlo y ver que se llevaba para Uruguay una edición crítica del Libro del buen amor o saber que leía con deleite La celestina, me quedaron más claras las fuentes de las que bebe su prosa, tan difícil de catalogar. También llegué a la conclusión de que hay que darle dos, tres y hasta cuatro oportunidades a los poemas de Góngora, aunque uno sea algo refractario a ese culteranismo... Al fin y al cabo, la próxima obra de Espinosa, Galaxia Góngora, estará dedicada a su autor fetiche.

A modo de complemento, añado esta reseña que escribí en el blog sobre Las arañas de Marte allá por 2015. También esta entrevista aparecida recientemente en la revista uruguaya Brecha, donde Espinosa habla sobre el coronavirus, su escritura o la edición española de su obra.

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Gustavo Espinosa / Escritor uruguayo, autor de ‘Tríptico de treinta y tres’
 

“Quizá sea el momento 

de construir un espacio de inutilidad sagrada” 

Rubén A. Arribas 15/03/2020 

 


Gustavo Espinosa, fotografiado en Madrid el pasado enero, por Laura Caorsi

La infancia y la adolescencia de Gustavo Espinosa discurrieron en un hogar humilde donde la literatura todavía desempeñaba un papel relevante en la vida familiar. Nacido en 1961 en Treinta y Tres –una pequeña ciudad del noreste de Uruguay–, este poeta, novelista e intelectual uruguayo explica que en su casa no había muchos libros, pero que estos eran de calidad. Hijo de un carpintero y de una ama de casa, Espinosa les debe a sus padres haber conocido a Cortázar, Vargas Llosa o García Márquez. Una tía completó el triángulo necesario para convertirlo en un lector más en la familia.

“El boom latinoamericano ha sido un fenómeno bastante vilipendiado en las últimas décadas –sostiene Espinosa–; sin embargo, aquel fue un fenómeno de transnacionalización y democratización de la buena literatura”. Lo dice no solo con la autoridad que le dan los libros publicados y los premios recibidos, sino también con la de llevar treinta años ejerciendo como profesor de literatura en el mismo instituto donde estudió como alumno: el Liceo N.º 1 Dr. Nilo L. Goyoaga. A continuación, agrega: “Yo recuerdo ver en casa de mis viejos, allá por 1970 o 1971, la edición de Sudamericana de Cien años de soledad”. El ejemplo lo trae a colación de un hecho que le inquieta: le cuesta imaginar una situación análoga a la suya en muchas familias de hoy, pertenezcan estas o no a las clases populares.




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Un par de fotos de la presentación del Tríptico de Treinta y Tres en la librería Juan Rulfo (Madrid)


De izqda. a dcha.: Miguel Blasco, Gustavo Espinosa y Rubén A. Arribas
Llenamos la librería Juan Rulfo. ¡Gracias por venir!

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