En música, en artes plásticas, en poesía, la ausencia de referentes es, por distintas razones, tolerada. La novela no goza de ese beneplácito: está condenada a arrastrar la cruz del realismo. A decir verdad, nadie sabe de un modo claro qué es el realismo, pero se exige de la novela que sea realista por la simple razón de que está escrita en prosa. Casi me atrevería a definir el realismo como el procedimiento que encarna las funciones pragmáticas generalmente atribuidas a la prosa.
Nadie considera realistas las descripciones minuciosas de Raymond Roussel, no porque no respondan a los criterios vagos de realismo, sino porque están escritas en verso. Si los mismos pasajes hubiesen sido escritos en prosa nadie les negaría la etiqueta honorífica de realistas.
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La narración-objeto, Juan José Saer.
Seix Barral, Buenos Aires 1999.
Texto extraído de las páginas 58 y 59.
Nota: La foto está tomada de http://www.radiomontaje.com.ar/literatura/saer.htm
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