28 de diciembre de 2013

El desierto de la educación, Joaquín Rodríguez

De acuerdo con el último informe de Eurostat publicado la semana pasada, Educational attainment: persistence or movement through the generations?, la vieja máxima sociológica enunciada hace ya tanto tiempo en La reproducción, sigue cumpliéndose a rajatabla: los hijos de padres que poseen un capital cultural y educativo superior tienden a obtener los mismos títulos distintivos, mientras que los hijos de padres cuya formación escolar sea inferior y cuyo capital cultural sea, en consecuencia menor, experimentarán una merma equivalente que les dispondrá a reproducir la condición de sus padres.

No se trata de un lastre definitivo o de un yugo del que uno no pueda desprenderse: existen casos de personas que, con tesón y ahinco, gracias a un medio que haya compensado ese lastre inicial, han sobrepasado su condición socioeducativa inicial, pero mientras se permita que la institución escolar siga su ciega inercia, los datos nos arrojarán esta evidencia incontrovertible. A menudo, esta diferencia puramente sociológica se viste o se disfraza de diferencia natural, se trasviste en ideología del don, como si la naturaleza fuera la única responsable de habernos dotado de competencias tan disímiles. Pero esa es una falacia bien conocida: aquellas instituciones escolares que solamente priman la memorización y la repetición, que solamente evalúan mediante pruebas supuestamente objetivas, que segregan a los alumnos en función de sus supuestas capacidades, generan entornos de fracaso y abandono escolar sistemático.

El artículo de Joaquín Rodríguez sigue aquí, en el blog Los futuros del libro.

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Recomiendo leer el artículo completo y, en particular, echarle un vistazo a la gráfica del informe PISA en función de la renta per cápita. Muy revelador. El otro gran punto de interés es la reflexión sobre lo desaconsejables que resultan los centros de excelencia, esa gran idea educativa de Esperanza Aguirre. En tiempos en que el poder dominante ha convertido la palabra excelencia en su comodín predilecto para justificar rotos, descosidos y recortes de toda laya, alivia leer a alguien que habla de educación colaborativa o de educación comprehensiva. Imperdible la conferencia de Ken Robinson en el TED que enlaza el autor en su artículo. Ah, y un hallazgo eso de «ideología del don».

PD. Un día estuve en una conferencia de Joaquín Rodríguez sobre el libro digital y escribí esto.

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