No estoy de acuerdo con separar esferas: literatura por un lado, política por el otro. Toda escritura está penetrada de política, lo que pasa es que hay que leerla así. No leer lo político como una esfera totalmente separada y superpuesta, de modo que habría literatura política según la referencia a violencias o cosas del pasado. No lo veo así. La escritura es una práctica política: no hago esas divisiones, no voy a decir acá esta lo político, acá lo literario. Creo van juntos.
Dado que hoy casi no se lee literatura, dado que la literatura es una práctica totalmente minoritaria y no se puede pensar la literatura en términos políticos de multitudes o de gran público como se la pensaba antes —leen los que escriben: prácticamente leen los que escriben; consideremos esa realidad—, a partir de esa miniaturización —podríamos decir— de la práctica literaria y del público literario podríamos pensar en una política inherente a esa práctica minoritaria que, por ser tan minoritaria, se estetiza. Se estetiza porque es una práctica chiquita y minoritaria.
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Eso lo dijo Josefina Ludmer... Y lo robé del blog Mi reino por un caballo (y la foto, de acá). Más Josefina Ludmer, por aquí.
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