7 de noviembre de 2012

amarillo, de Félix Romeo

Nunca es un buen momento para que un amigo se suicide. Si además tiene tu edad (24 años), quiere ser escritor como tú y es amigo desde la infancia, la cosa empeora. En situaciones así, como sugiere Félix Romeo en este libro, más que una amistad lo que se quiebra es una forma de ver el mundo. Una escala de valores. Una manera —admítase el guiño zen— de estar aquí y ahora. En especial, cuando la pregunta que te ronda desde que tu colega saltó por la ventana es la semilla de todo lo que aún no has sabido contestarte sobre él: «¿Cómo no me di cuenta de que te querías suicidar?».

Con los cuarenta años despojando de pelo tu cabeza, ves las obsesiones de los veinte con otros ojos. Es más: tomas por un signo de salud mental burlarte de lo tonto que eras entonces, de lo mucho que creías saber de la vida y de lo poco que entendías sobre ella. En particular, en materias como el amor. O mejor dicho: el desamor, esa asignatura que todos hemos suspendido alguna vez en el instituto, la universidad o cuando comenzábamos a trabajar. No digo que hacia los cuarenta estemos de vuelta de nada, sino que a los veinte hay días en que todo parece muy tremendo y uno se resiste a conjugar el verbo relativizar.

Por diversas causas, personas como Chusé Pascual, el protagonista de este libro, se atascan en ese efervescente recodo de la vida y ahí se quedan. Naufragan, entre otras razones, porque nadie de su entorno alcanza a entender a tiempo la magnitud del desastre que aloja su cabeza. Son esa clase de amigos que un buen día, no muy diferente de cualquier otro, abandonan la fiesta, te dicen adiós con una cerveza en la mano y desaparecen de tu vida sin dar muchas explicaciones, sin un porqué convincente. Se van y, como legado, te dejan un desasosegante mensaje de rendición: no pude superar que ella me dejara.

Ya lo cantaba Charly García en Promesas en el bidet: «Cada cual tiene un trip en el bocho». A saber, cuál era el de Chusé Pascual, viene a decirnos Romeo tras 155 páginas. Y es que ni siquiera él, compañero suyo de piso, a pesar de rastrear las huellas claras y evidentes que su amigo dejó en cartas, borradores de cuentos o colaboraciones en prensa, comprende del todo el porqué del salto mortal de Chusé. De ahí que Romeo advierta: cuidado con sacar explicaciones concluyentes; siempre sabemos mucho menos de lo que creemos sobre las personas.

amarillo es un libro que busca cerrar las heridas propias, enfrentarse negro sobre blanco a la necesidad de averiguar algo más sobre uno mismo, no tanto sobre los demás. Algo sobre quiénes fuimos cuando teníamos 20 años y en quiénes nos hemos convertido casi dos décadas después. Algo de aquello que nos negábamos a ver entonces y algo de las vendas que nos hemos ido quitando para curarnos de aquella miopía. También, claro, es un libro que habla de la dolorosa orfandad a que nos somete la ausencia de los seres queridos y de todas las preguntas que jamás nos contestarán. En definitiva, es un libro escrito bajo el aliento de la necesidad, de aquello que era irremediable contar sí o sí.

PD 01. Imperdible esta entrevista de Antón Castro con Félix Romeo: parte 1 y parte 2.
PD 02. ¿Por qué escribo?, de Félix Romeo, leído por Pedro Ramos.

4 comentarios:

  1. Me vas a obligar a sacarlo de la estanería antes de tiempo...

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  2. A usted convendría decirle que consuma sus dosis de Félix Romeo con moderación...

    PD. Por cierto, también pedí prestado "Noche de los enamorados", su novela póstuma. Ya le contaré cuando lo lea.

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  3. Buenas noches, Arribas :
    Lea de Romeo,,si no lo ha hecho ya, Dibujos Animados y digame si le gustó. Un saludo

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  4. Todo llegará... Todo llegará. De momento, leí "Amarillo" y "Noche de los enamorados". Este último también me gustó (y es uno de los muchos comentarios de libros que algún día empecé, pero quedo sin concluir).

    PD. Muchad gracias por la lectura.

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