Usted es uno más de los músicos que han optado por la producción propia. ¿Qué le pasa a la industria discográfica? ¿Cuánto tiempo le da y qué soluciones propone?
[José Ignacio Lapido] Refiriéndonos a la industria, podríamos parafrasear a Leonard Cohen y decir que ellos "me sentenciaron a veinte años de aburrimiento". La industria discográfica de este país tiene muchos pecados que purgar, y los está purgando. Históricamente se han dedicado a buscar el beneficio a corto plazo, sin cultivar carreras de largo recorrido de artistas con criterio. No han ejercido una labor educativa con el público potencial. Han primado la horterada rentable de usar y tirar, y ahora que la gente se puede bajar la horterada gratis, se quejan. Aparte, claro está, de que en la sociedad, especialmente en la de nuestro país, ha calado hondo la absurda idea de que todo lo relacionado con la cultura debe ser gratis. Estamos en un periodo de liquidación por derribo, en el sálvese quien pueda. Y mi tabla de salvación ha sido crear Pentatonia Records. Que cada cual se agarre al palo que más le convenza, pero que se asegure que flote.
El capitalismo está especializado en vender detritus envuelto en bonito papel celofán. Y el capitalismo musical hace lo mismo: vestir con sonidos espectaculares canciones que no son nada, o peor aún, que son horribles. Si nos fijamos en las listas de ventas de los últimos 30 años veremos que hay muy pocos clásicos que hayan sobrevivido bien al paso del tiempo. Sólo en el año 1969 se editaron más canciones que han pasado a ser clásicos de la música popular que en todos estos últimos 30 años. Entonces todavía había un criterio. Ahora sólo hay apariencia.
Si alguien es capaz de votar a Berlusconi, es perfectamente capaz de comprarse un disco de Lady Gaga.
PD 01. Los fragmentos proceden de una entrevista de Manuel Cuéllar para El País.
PD 02. La foto procede de la revista efeeme y es de Salvador Serrano.
PD 03. Aquí va el MySpace de José Ignacio Lapido.
[José Ignacio Lapido] Refiriéndonos a la industria, podríamos parafrasear a Leonard Cohen y decir que ellos "me sentenciaron a veinte años de aburrimiento". La industria discográfica de este país tiene muchos pecados que purgar, y los está purgando. Históricamente se han dedicado a buscar el beneficio a corto plazo, sin cultivar carreras de largo recorrido de artistas con criterio. No han ejercido una labor educativa con el público potencial. Han primado la horterada rentable de usar y tirar, y ahora que la gente se puede bajar la horterada gratis, se quejan. Aparte, claro está, de que en la sociedad, especialmente en la de nuestro país, ha calado hondo la absurda idea de que todo lo relacionado con la cultura debe ser gratis. Estamos en un periodo de liquidación por derribo, en el sálvese quien pueda. Y mi tabla de salvación ha sido crear Pentatonia Records. Que cada cual se agarre al palo que más le convenza, pero que se asegure que flote.
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El capitalismo está especializado en vender detritus envuelto en bonito papel celofán. Y el capitalismo musical hace lo mismo: vestir con sonidos espectaculares canciones que no son nada, o peor aún, que son horribles. Si nos fijamos en las listas de ventas de los últimos 30 años veremos que hay muy pocos clásicos que hayan sobrevivido bien al paso del tiempo. Sólo en el año 1969 se editaron más canciones que han pasado a ser clásicos de la música popular que en todos estos últimos 30 años. Entonces todavía había un criterio. Ahora sólo hay apariencia.
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Si alguien es capaz de votar a Berlusconi, es perfectamente capaz de comprarse un disco de Lady Gaga.
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PD 01. Los fragmentos proceden de una entrevista de Manuel Cuéllar para El País.
PD 02. La foto procede de la revista efeeme y es de Salvador Serrano.
PD 03. Aquí va el MySpace de José Ignacio Lapido.
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