Uf, hace un mes que no publicaba nada aquí... Esto no puede ser. Si algún día tengo dinero para pagarme un psicoanalista, una de las primeras cosas que le diré será: "Mire, yo cultivo en mi cabeza grandes, altos, nobilísimos propósitos, como escribir cada tanto en mi blog, por ejemplo; pero casi siempre termino sucumbiendo a los agobios laborales, a una mudanza de casa, a un cambio de país... Esas cosas. Menudencias, vamos. ¿Tengo cura, estimado especialista al que le voy a soltar 60 eurazos por 55 minutos de trabajo (tranqui, tron, es pura envidia económica)?" Después sacaré mi lista de "cosas por resolver" y pasaré al punto 2, aún por decidir entre 28 o 30.
En fin, a lo que venía: estoy leyendo mi primera novela gráfica. Dos amigos, Javi y Cris, son fanáticos del género y el otro día, además de una fiambrera con parte del sushi dominguero que hicimos entre los tres, me dieron una bolsa con un cómic y dos novelas gráficas. (Metamensaje: no todo en la vida es cuento, poesía o novela, chaval). Obediente como soy (a veces), ya me he leído el manga de terror, El niño gusano, y ahora estoy con Fun Home (una familia tragicómica), de Alison Bechdel.
Me está gustando la experiencia gráfica, sobre todo porque tenía que ir al fisioterapeuta y era la lectura ideal mientras me ponían la máquina de microondas en las rodillas (tengo las cintillas iliotibales en reparación). A ver si, más adelante (¿suena esto a procrastinación?), cumplo mis grandes, altos y nobilísismos propósitos sin tener que pasar por consulta y comento algo sobre Fun Home, que como diría mi abuela, tiene su aquél. Se trata, al menos hasta donde he leído (página 86), de una novela de formación donde una chica reconstruye la historia familiar alrededor de dos hechos: el momento en que le cuenta a su familia que es lesbiana y el suicidio de su padre dos semanas después de que su esposa le pida el divorcio.
Abundan las referencias literarias; así que, por momentos, mi gen antivilamatiano se expresa y se cabrea; pero, bueno, lo estoy llevando bien. Según la protagonista, la madre es como Isabel Archer, la heroína que abandona EEUU para marcharse a Europa y liberarse del provincianismo en Retrato de una dama, de Henry James. Y el padre es un señor fascinado con el existencialismo de Albert Camus y la vida agitada de Scott Fitzgerald, y que además en su tiempo libre se acuesta con otros hombres. En fin, un tropo más sobre aquello de Tólstoi de que las familias felices son todas iguales, pero que las infelices lo son cada una a su manera. Bechdel nos cuenta de qué manera es infeliz la suya, una manera como cualquier otra de buscar su identidad.
PD: Mientras escribía esto escuchaba a Jabier Muguruza. No entiendo un carajo de euskera, pero me encantan sus discos. Esta versión de País petit, de Lluis Llach, por ejemplo, la encuentro bella. Así, sin más: bella: Azknean.
En fin, a lo que venía: estoy leyendo mi primera novela gráfica. Dos amigos, Javi y Cris, son fanáticos del género y el otro día, además de una fiambrera con parte del sushi dominguero que hicimos entre los tres, me dieron una bolsa con un cómic y dos novelas gráficas. (Metamensaje: no todo en la vida es cuento, poesía o novela, chaval). Obediente como soy (a veces), ya me he leído el manga de terror, El niño gusano, y ahora estoy con Fun Home (una familia tragicómica), de Alison Bechdel.
Me está gustando la experiencia gráfica, sobre todo porque tenía que ir al fisioterapeuta y era la lectura ideal mientras me ponían la máquina de microondas en las rodillas (tengo las cintillas iliotibales en reparación). A ver si, más adelante (¿suena esto a procrastinación?), cumplo mis grandes, altos y nobilísismos propósitos sin tener que pasar por consulta y comento algo sobre Fun Home, que como diría mi abuela, tiene su aquél. Se trata, al menos hasta donde he leído (página 86), de una novela de formación donde una chica reconstruye la historia familiar alrededor de dos hechos: el momento en que le cuenta a su familia que es lesbiana y el suicidio de su padre dos semanas después de que su esposa le pida el divorcio.
Abundan las referencias literarias; así que, por momentos, mi gen antivilamatiano se expresa y se cabrea; pero, bueno, lo estoy llevando bien. Según la protagonista, la madre es como Isabel Archer, la heroína que abandona EEUU para marcharse a Europa y liberarse del provincianismo en Retrato de una dama, de Henry James. Y el padre es un señor fascinado con el existencialismo de Albert Camus y la vida agitada de Scott Fitzgerald, y que además en su tiempo libre se acuesta con otros hombres. En fin, un tropo más sobre aquello de Tólstoi de que las familias felices son todas iguales, pero que las infelices lo son cada una a su manera. Bechdel nos cuenta de qué manera es infeliz la suya, una manera como cualquier otra de buscar su identidad.
PD: Mientras escribía esto escuchaba a Jabier Muguruza. No entiendo un carajo de euskera, pero me encantan sus discos. Esta versión de País petit, de Lluis Llach, por ejemplo, la encuentro bella. Así, sin más: bella: Azknean.
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