14 de enero de 2009

Víctor García Antón

El lugar desde donde un narrador dice es tanto o más importante que lo que dice porque, en palabras de Anderson Imbert, esa mirada «Postula el mundo». Por eso me parece tan importante que el escritor viva, experimente y lea todo lo que esté a su alcance, pues sus narraciones han de imaginar el mundo.

Como lector, lo que pido -casi exijo- a la voz narrativa en un texto es que sea verdad. Verdad en el sentido de que su único interés sea transmitirnos una idea, una emoción, un sentimiento, de la manera más efectiva posible. Y también, y sobre todo, verdad en el sentido de una coherencia mínima entre lo que el escritor escribe y lo que la persona siente y hace. Me preocupa esa ruptura entre vida y discurso. Estoy un poco harto de ciertos textos postmodernos sobre vidas inaprensibles, desgarradas, aisladas. Después te encuentras al autor firmando en la feria del libro, y enseguida te das cuenta de que todo eso que ha escrito no va con él, que es mentira. Cada vez creo más en los hechos, en las acciones. Escribir a la vez que se hace, escribir con lo que se hace.

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Copiado y pegado de la entrevista que figura en el blog El síndrome de Chéjov, regentado por Miguel Ángel Muñoz.

2 comentarios:

  1. Hola,
    Sin duda esos dos párrafos que has escogido tienen dentro todo el meollo de la entrevista.
    Me alegra haber llegado a esta página que no conocía así que espero que no te importe que te añada a los enlaces en mi blog (sin ningún tipo de compromiso en ningún caso). Es un placer poder encontrar todavía blogs que merezcan la pena por la red.

    Saludos

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  2. Muchas gracias, Arilena. Siempre es lindo saber que alguien valora que uno haga culo de panadero algunos días para mantener con vida un espacio como este.

    Ya vi en tu perfil que te dedicas a cazar moscas y a no pisar la hierba... También leí que algunas palabras destiñen. Prometo pasar con más calma y dejar la pezuña en algún lado.

    Saludos.

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