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1 de octubre de 2009

Manuel Rodríguez Rivero (II)

Han pasados unos cuantos días desde la 2ª clase de Manuel Rodríguez Rivero en el Taller Fuentetaja, lo sé; pero uno ya no es el alumno aventajado de otros tiempos... Ahora trabaja (in)cansablemente, viaja a visitar a la familia y hasta incluso se permite un rato de ocio descomputerizado los fines de semana. Pero, bueno, hoy he finiquitado mis tareas a buena hora y mañana la agenda es menos apretada que de costumbre; así que pongo remedio a mi dejadez bloguera y paso a limpio los apuntes que tomé el jueves 17 en el curso Introducción a la edición para narradores que dictó el que fuera editor de Javier Marías y Pérez Reverte. (Clase n.º 1, clic aquí).

Esta 2ª clase se llamó «La novela, reina de la edición», y Rodríguez Rivero contó muchas cosas, sobre todo chismes del mundillo. Hubo cifras sobre los adelantos —que no daré en público para evitarme líos— que reciben algunos escritores conocidos y también unos cuantos trapos sucios destinados a quitarles cualquier atisbo de romanticismo literario a los asistentes a la charla. Quiso dejar claro que una cosa es escribir y otra, bastante otra, es publicar y vivir de lo que escribes. Como repetió una y otra vez, «este es un negocio igual que el de los chorizos».

Moraleja. Si quieres vivir de esto como Pérez Reverte, Kenn Follett, Larsson, Dan Brown y compañía; ya sabes: escribe como ellos. Y si opinas que la literatura es otra cosa, mejor que compres chorizo barato para sobrevivir y que te busques un trabajo que te permita pagarte el alquiler, la Seguridad Social y etcéteras varios. Ni aunque seas tan bueno como Antonio Orejudo podrás vivir de esto. (Si haces lo que hace Javier Cercas, sí, que ganó un pastón con el adelanto de Anatomía de un instante y con las ventas de Soldados de Salamina).


EL NEGOCIO ES EL NEGOCIO

Otra de las máximas que repitió Rodríguez Rivero, que ya está más allá del bien y del mal en asuntos literarios, es algo archisabido pero que mucho bisoño escritorzuelo novel insiste en desconocer: «Todo se pacta». Algún premio legal hay, dijo, como el de SM de novela juvenil; pero no es lo usual. Tampoco él se las dio de editor intachable, ni mucho menos, y reconoció haber cometido alguna tontería que otra en su trayectoria. Eso sí, siendo crítico, dijo, al menos renunció al viaje a Estambul con que Planeta agasajó a la prensa cuando presentó La pasión turca, de Antonio Gala (que en 1990 había ganado el galardón planetario con El manuscrito carmesí).

Nota al paso 01: de esta última anécdota, puede deducirse el nivel de independencia de la crítica española. Huelga decir que, según Rodríguez Rivero, las críticas para Gala fueron bastante favorables.

Nota al paso 02: recomiendo leer la crítica de Ignacio Echevarría sobre El manuscrito carmesí en Babelia, publicada en 1990. Está recogida en Trayecto: un recorrido crítico por la reciente narrativa española (Debate, 2005). En el primer párrafo explica muy bien a qué tipo de autores premia Planeta.

Y es que las editoriales son empresas y se comportan como tales. Y, sobre todo si pertenecen a grandes grupos, sus brújulas culturales son la cuenta de resultados, los márgenes de beneficio y la productividad; nunca o casi nunca la calidad. Bueno, a veces sí; cuando necesitan contratar un nombre —estilo Carlos Fuentes y popes similares— para prestigiar algún sello. En jerga corporativa —y esto corre de mi cuenta—, a eso se le llama contratar a una celebrity, que queda muy bien, da glamur y te hace aparecer mencionado en muchos sitios.

En fin, que los grandes grupos —al parecer 6 se reparten el pastel— pelean por acrecentar su cuota de mercado a costa de sus competidores, no por descubrir talentos o desempeñar una labor cultural. Por tanto, es normal que calidad literaria y ventas no suelan ir de la mano. Eso sí, cada tanto a las multinacionales se les escapa alguna joya, como Harry Potter o Dan Brown, y dejan que pequeñas editoriales se hagan ricas. Los asalariados buscadores de oro de Mondadori, Planeta o Alfaguara también tienen sus días malos, y no siempre aciertan o pueden imponer las tendencias y modas.


PREMIOS

—¿Por qué se convocan tantos concursos en España en otoño y primavera?
—Porque es cuando menos libros se venden.

Guárdese eso en la memoria: la mayoría de los premios son para vender libros y conseguir publicidad gratis en los medios, no para reconocer la calidad de una obra.

Amén.

Según Rodríguez Rivero, en España se convocan más de 2.000 premios literarios; lo que nos sitúa a la cabeza de Europa en la materia. Además, los galardones suelen estar mejor dotados que en otras partes y tienen una particularidad: la mayoría se da a obras inéditas, mientras que en el extranjero abunda más el premio a la obra ya publicada. Las editoriales patrias buscan reactivar el mercado en los meses donde cae la demanda, y para ello intentan aprovechar la publicidad gratuita que les suministran los medios por generarles noticias. De ahí que tanto galardón deba entenderse sobre todo como una maniobra de marketing.

Ejemplo: Boris Izaguirre, segundo del Premio Planeta de hace dos años, vendió más libros que Juan José Millás, el ganador. A buen entendedor pocas palabras bastan. (Millás será lo que será; pero, según sé, es fan de un libro que yo admiro: Zama, de Antonio di Benedetto, y eso le honra).

PD: ¿Qué hacen en el extranjero? Suelen conceder los premios a libros publicados, algo que implica haber pasado ya por el filtro de la crítica y los lectores.


SPRINT FINAL

Agentes literarias. Parece que sólo las mujeres se dedican a ser intermediarias entre los autores y los editores. Según Rodríguez Rivero, tienen más paciencia con el ego y las manías de los escritores y además saben negociar mejor. Eso sí, no suelen aceptar autores inéditos o de los que no sepan que pueden sacar una buena tajada (¿practicidad femenina?)

La novela contemporánea española. Como bloque, sostuvo que es más interesante que la que se hace en Francia o Alemania, pero quizá no tanto como la de Inglaterra. Y habló de que suele ser una literatura bien recibida (en los dos primeros países; los anglosajones, como es sabido, bastante tienen con interesarse por lo propio). Una crítica: se mira demasiado hacia atrás y hacia el ombligo, a diferencia del cine, que sí que se ha interesado por tratar conflictos colectivos.

Datos. 1) En 2009 hace 70 años que Freud murió (también su traductor, Ballesteros); ahora su obra está libre de derechos y cualquiera puede publicarla sin pagar arancel alguno. 2) Un 94 por ciento de las personas encuestadas confiesa que el último libro que leyó fue una novela. 3) Las investigaciones de mercado hablan o que las tendencias muestran una clara femenización del hábito de la lectura.

La opinión. Isaac Rosa, sí; Agustín Fernández Mallo, no.

PD 01: (Que me perdonen los del Abc.es: repito foto, sí... Pero es que la suya es la más potable de la red)

PD 02: Conferencia dictada en la Fundación Juan March sobre Javier Marías (audio).

17 de septiembre de 2009

Manuel Rodríguez Rivero


No estoy en huelga con el blog, pero es que a mí sobrevivir a esta crisis económica me cuesta más que a esos banqueros a los que despiden y enciman les gratifican con 40, 60, ¡100 millones de dólares! Yo vendo mi despido mucho más barato, pero nadie me contrata...

En fin, penas aparte, quería pasar a limpio en el blog y de paso compartir con los fieles desplumados —si es que queda alguno—, varias notas que tomé ayer en clase con Manuel Rodríguez Rivero, editor entre otros de Javier Marías y de Antonio Muñoz Molina. La charla fue en el Taller Fuentetaja, lugar donde trabajo, dentro del programa de cursos de verano que se imparten allí.

Esta primera clase estuvo centrada en proporcionar datos y poner con ellos unas cuantas vallas al campo de la desaforada producción libresca española (¿estaremos construyendo ahora una burbuja literaria?) Que si en 2008 se publicaron en España más de 72 mil libros de toda la laya, que si 10 mil de ellos pertenecían al terreno de la literatura, que si el 38 por ciento de esa ficción procedía de traducciones del inglés... Esas cosas, vamos.

Bueno, pues resulta que España, con un promedio de 200 libros/día, es el 6º productor mundial. Lo cual es paradójico: las estadísticas dicen que el 45,2 por ciento de los mayores de 14 años nunca lee y que el español medio pasa 223 minutos diarios frente a la televisión. Es decir: aunque empezase a leer la gente de manera masiva —cosa harto improbable—, el negocio editorial parece ir directo a desbarrancarse. Eso sí, sonríamos, que las encuestas nos retratan berlanguianos hasta la médula: la gran razón que aducimos para no leer es que no tenemos tiempo libre.

Como se ve, lo de España es genio y figura.

En fin, hay de qué preocuparse. Por ejemplo, estaría bien que pensásemos sobre la colonización cultural que padecemos por parte del mundo anglosajón. Más que nada porque, según Rodríguez Rivero, ellos nos colocan toda clase de morralla y apenas nos compran literatura de la nuestra. ¿Es una cuestión de calidad? No exactamente; para el lector medio de EE UU, Pérez Reverte es un intelectual... Y Roberto Bolaño, un autor para refinadas elites. Si a eso le sumamos que cinco de los seis grupos editoriales que dominan el mercado son estadounidenses, la ecuación cultural parece mostrarnos el poder real que tienen los gustos de los granjeros de Mississippi o Iowa sobre tantos y tantos licenciados españoles (que quizá deberían replantearse para qué han ido a la universidad, digo yo).

Para terminar de pintar un panorama alentador a cualquier bisoño que sueñe con hacerse rico escribiendo, Rodríguez Rivero aclaró que las listas de los más vendidos de los periódicos no son fiables —llaman a cuatro librerías y chau, listo el pescado—, que las megaventas de cuatro o cinco autores falsean los promedios de tiradas y ejemplares vendidos, y también habló del «darwinismo librero» para referirse a la lucha por ocupar un sitio en la mesa novedades antes de que algún dependiente mande tu libro a una estantería y lo almacene en posición vertical.

De entre la lluvia de estadísticas y anécdotas que dio este editor con 30 años de experiencia, me quedo con estas:
  • El mayor porcentaje de primeras novelas se registra entre los parados.
  • El 78 por ciento de las personas dice leer por entretenimiento (ahora, vaya usted a saber qué entiende cada cual por «entretenimiento»).
  • El 11,6 por ciento de las personas dice leer porque alguien les recomienda un libro.
  • Stephen King fue algo así como el Radiohead de la literatura, uno de los primeros en saltarse a los intermediarios y ofrecer una novela suya en descarga directa.
  • Felipe González disparó las ventas de Memorias de Adriano y Marcel Reich Ranicki, entusiasta seguidor de Corazón tan blanco, es el responsable de que Javier Marías haya vendido 1,5 millones de libros en Alemania.
Además de datos duros, Rodríguez Rivero repasó una posible bibliografía sobre el oficio del editor, el arte de escribir, el presente y el futuro de la edición, la historia del libro y de la lectura o el estado de la novela contemporánea. Digo «posible» porque en la bibliografía había ausencias notables, como las de Trayecto, de Ignacio Echevarría, en el apartado de literatura actual española, y en el arte de la creación faltaban, entre otros, los libros de Enrique Páez, Ángel Zapata o Isabel Cañelles (y, en mi opinión, sobraba Literatura y fantasma, de Javier Marías, que es bastante pobre en comparación con los de estos otros).

Más o menos esto es lo que dieron de sí las tres horas de clase. Como dicen en la Argentina, contar más ya es otro precio... (Más que nada porque no quiero estar tecleando hasta mañana). Veremos qué nos depara hoy la charla sobre «La novela, reina de la edición».

*

PD. A la 2.ª parte de esta entrada, se va por aquí.