28 de junio de 2015

Archivo Bolaño: Roberto y los manifiestos infrarrealistas

Bolaño con Piel Divina y Rubén Medina. DF (ca. 1975).
He ido un par de veces a la exposición «Archivo Bolaño», que está en el Matadero (Madrid). De ella he salido con la sensación de que era lógico y natural que Bolaño perpetrara novelas tan voluminosas y briosas como 2666 o Los detectives; son dos textos propios de un grafómano, de un tipo que escribía de manera compulsiva en cuanta hoja de papel tuviera cerca, de un escritor que no tenía miedo a la página en blanco, sino en todo caso a quedarse sin papel y sin tinta. La enorme cantidad de libretas, blocs, cuadernos y hojas sueltas que muestra la exposición así lo atestigua.

En la exposición también hay una vitrina donde están encerradas una máquina de escribir, un teclado de ordenador y tres gafas... Sin embargo, el poder de irradiación de esos objetos resulta escaso frente a la enorme cantidad de apuntes manuscritos (todos, además, elaborados con una letra pulcra, pequeña y supereconomizadora del espacio). Es fácil imaginar a Bolaño a través de esos borradores como alguien que necesitaba escribir para lograr pensar con claridad, para conseguir encauzar de algún modo una conciencia tan caudalosa y colorida como la que traslucen sus novelas. De hecho, la exposición deja la sensación de estar ante un atleta de la escritura.

Lo otro que me ha gustado de «Archivo Bolaño» son las fotografías de sus primeros años, de cuando estaba en su México lindo y querido —y siempre picante hasta hacerte cagar fuego como no tengas cuidado con los chiles toreados— allá por los 70. De algún modo, esas fotografías transmiten lo mismo que predican las piezas dedicadas a los manifiestos infrarrealistas: escasa solemnidad, antiacademicismo, alegría de vivir. No es de extrañar, digo, que el muy experto en figuras retóricas Juan García Madero dejase a su profesor de taller de escritura y se fuera con los visceral realistas Arturo Belano y Ulises Lima con la promesa de que juntos iban «a cambiar la poesía latinoamericana».

A continuación, transcribo algunos textos que pueden leerse en la exposición y las fotos de donde proceden. Y, ya que estoy, enlazo también el documental «Bolaño: el último maldito».


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01 | En suma, ¿qué es el infrarrealismo?

Mario Santiago: En esta hora, el problema artístico no puede ser considerado como una lucha interna de tendencias, sino sobre todo como una lucha táctica entre quienes, de manera conciente o no, están con el sistema y pretenden conservarlo y quienes quieren hacerlo estallar. Estos últimos son concientemente no [sic] infrarrealistas. No hay que hacer un oficio del arte. Debemos mostrar que todo es arte y que todo el mundo puede hacerlo. Ocuparse de cosas insignificantes, sin valor institucional, jugar. Es necesario transformar el arte, la vida cotidiana. La creatividad es la vida desalienada a toda costa.

Cuautéhmoc Méndez: Para definir el infrarrealismo, sería necesario un lenguaje tan plástico como el de los hechos. Yo lo entiendo como la oposición al orden: subversión ante lo establecido. Una alteración de los juicios, valores y prácticas que nos han sido impuestos. Desprecio la poesía que produce una sensibilidad enferma que no tiene contacto con este prodigioso siglo XX y lo que representa: una época de transición entre el capitalismo y el socialismo.

José Rosas Ribeyro: El infrarrealismo es como una explosión. El capitalismo ha hecho del arte y de la poesía productos de museo y de biblioteca. No sirve para nada, no transforma ni puede ser transformado. La poesía está en la vida, en las calles, en las barricadas, en la revolución, en la lucha de clases, no en la mayoría de las prestigiosas editoriales. Poesía es acción. Poesía es un mundo nuevo construido con seres en permanente transformación.

Rubén Medina: [...] El acto cultural más necesario es la revolución. Para nosotros decir arte es una condición extrema de la vida. Esto es sencillo de explicar: todo pasa primero por los sentidos, los que en una sociedad capitalista se encuentran condicionados por el aparataje ideológico del poder (y con poder digo compra-venta [de la] propiedad privada, explotación), entonces uno va a actuar de acuerdo con las excitaciones recibidas, pero ya conforme a la belleza del orden prefabricado, o sea, sin ningún rasgo de libertad [...]




02 | Déjenlo todo, nuevamente

(Busquen, no solamente los museos están llenos de mierda) (Un proceso de museificación personal) (Certeza de que todo está nombrado, develado) (Miedo a descubrir) (Miedo a los desequilibrios no previstos).







 03 | Las fracturas de la realidad


No nos morimos por publicar. El fin de nuestra poesía no es ver nuestro nombre impreso. [...] Lo que comemos lo ganamos trabajando con nuestras manos y no especulando sobre «el escribo que me escriben que me vieron escribiendo». [...] La inspiración la DAMOS GRATIS, o sea: hacemos circular el discurso libremente (libremente dentro de los límites ya trazados de antemano por la burguesía y su aparato cultural, pero buscando, y esto significa desatarse del aparato cultural y de la tradición que este aparato crea o manipula, para bucear sin cordones umbilicales en las Fracturas de la Realidad. Contradicciones para salir a la llanura y para volver a salir, y para regresar: al museo o a la revolución). Nuestras máquinas de escribir parpadean en los caminos. En las fábricas. En las ciudades. No somos escritores profesionales, pero tenemos el derecho de escribir. Nos hemos tomado el derecho de escribir. Entonces nos boicotean porque nos reímos y nos inventamos poemas totalmente fragmentarios. Porque inventamos poemas de vértigo autodestructivo, las estatuas, las pobres y enormes estatuas que si no saben siquiera de las caminatas cómo podrían comprender las carreras desesperadas o jubilosas, nos boicotean. [...] Los viejos muerden con más fuerza su hueso cuando llegan los jóvenes a relevarlos. Es la lucha por el poder y el poder, en este caso, son las revistas, los libros, los premios, las becas, las traducciones, y sobre todo los trabajos, digamos paralelos (aunque en este caso lo esencialmente paralelo para ellos es el oficio de escritor, el status, el aura para acceder a otras jerarquías), como son los puestos burocráticos, las embajadas, y en fin, todo ese universo de oficinas apto para prolongar romances y sonetos.


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