21 de abril de 2013

21 km

Hace un par de domingos, el 7 de abril, El Deshojador de Renglones y El Desplumador de Aviones corrimos el Medio Maratón de Madrid. Como lermontovianos románticos rusos, nos batimos en duelo contra una distancia que hasta ahora, al menos yo, solo había hecho caminando por la montaña. El reto era bajar de las 2 h, no recaer en nuestras lesiones —isquitobilaes uno, cintillas iliotibiales el otro— y disfrutar de lo lindo corriendo por el centro de una ciudad tan esclava de su tráfico como Madrid.

Lo de correr 21 km por placer quizá le suene extraño a alguien, pero ya lo dice Murakami en De qué hablo cuando hablo de correr: acaso sea cuestión de carácter. De algo que va con tu manera de ser. También de medirte contra ti mismo o de probar si ahí está tu límite. Eso por no hablar de que correr es una saludable oportunidad para escuchar tu monólogo interior y pensar qué estás haciendo con tu vida (cuando no un par de buenos discos).

Quiero decir: esto no va de machacarse ni nada parecido. En este fragmento, el bueno de Haruki lo explica con bastante claridad:
(...) Por supuesto, yo también tengo mi pundonor y no me gusta perder. Pero desde antaño, no sé por qué, nunca he tenido especial interés por competir con los demás para ver quién gana o pierde. Y esta tendencia no ha cambiado, en general, al hacerme adulto. En este y en otros ámbitos, no me preocupa en exceso si gano o me ganan. Me interesa más ver si soy o no capaz de superar los parámetros que doy por buenos. Y, en este sentido, las carreras de fondo encajaban perfectamente con mi mentalidad.
A Murakami, como a todos los corredores de larga distancia, cuando le da por ahí, se pone de lo más filosófico. Se ve que llenar de sentido el acto de correr ayuda a encontrárselo a otras cuestiones más trascendentales. Cosas de las metáforas vitales.

Por cierto, este es el único libro de Murakami que he leído hasta el final. Los demás que he intentado, el del pájaro, el de Kafka en la orilla o el de 1Q84, me han parecido un rollo de aquí te espero. No conecto yo con sus novelas. Sin embargo, este de correr, de título tan carveriano, lo he leído dos veces. Me gusta cómo mezcla su afición por los maratones con su actividad creativa o su carácter como persona.

Además, como hice deporte toda mi vida —hasta que me lesioné de las cintillas iliotibiales de manera crónica y estuve 5 años a la deriva—, me gusta ver que alguien rompe con el tópico del escritor, el alcohol, el tabaco, las drogas duras, etc. Asimismo, aprecio que le dedique un espacio amplio a la humildad, un valor que la escritura y el atletismo ayudan a cultivar (si uno quiere, claro). Juraría que fue Flaubert quien dijo aquello de que uno escribe con sus limitaciones. Bueno, pues algo similar pasa con lo de correr: uno lleva sus humildes zancadas hasta donde puede y lo mejor que puede. Y a pesar de sus condicionantes —físicos, laborales, etc.—, conquista momentos de gran felicidad.

En fin, paro aquí que me estoy haciendo ya el Murakami y lo mío no es para tanto (por ahora). Eso sí, antes rescato 3 reseñas que escribí para Trisense, una revista de triatlón donde trabajé un par de años... Parte de la recuperación de mis rodillas y de mi ánimo para atreverme con los 21 km nació de estas lecturas:


PD (para curiosos). Mi tiempo fue de 1:39:56, algo que pienso enmarcar porque no sé si volveré a tener piernas para correr tan rápido. ;-)

PD temporal (3 de junio). Esta caída la página de Trisense. Subiré las reseñas al blog. He empezado por la de Echenoz.

2 comentarios:

  1. Je, je, je. ¡Qué bueno, el post! Esperemos que vengan más; que sus rodillas aguanten más kilómetros, starrio druguito... ;-)

    ResponderEliminar
  2. Alguno más caerá, claro que sí... Ahora bien, tampoco tengo prisa por quedarme otro finde sin ir a la montaña; así que ya llegará el momento.

    En cuanto a las rodillas, mi fisio les tiene confianza: dice que ahora tengo que prepararme para el maratón... En fin, sospecho que es su manera de fidelizarme como cliente, je, je, je.

    ResponderEliminar