No creo que el problema sea que tengamos una memoria frágil, sino la enorme presión que sufrimos para seleccionar nuestros recuerdos, para olvidar deliberadamente unas cosas y recordar otras. Vivimos en una cultura que dice que el mercado manda, que si no compras no cuentas, que los pobres son prescindibles. Si vives en un país que dice eso, y esto es un fenómeno nuevo, hay una presión enorme para olvidar las cosas (...) A veces, la gente trata de olvidar sus heridas; otras las recordamos, reconocemos que son nuestras, que nos enseñaron cosas diferentes a unos y a otros... Y así, creo yo, llegamos al entendimiento cabal de lo que es la vida, una mezcla de dolores y alegrías.
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Jonh Berger citado por María Tena en «El armario infinito. Herramientas para o escritores memoriosos», ensayo contenido en Escritura Creativa: cuaderno de ideas (Editorial Fuentetaja, Madrid 2007).
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Jonh Berger citado por María Tena en «El armario infinito. Herramientas para o escritores memoriosos», ensayo contenido en Escritura Creativa: cuaderno de ideas (Editorial Fuentetaja, Madrid 2007).
Hola, Rubén:
ResponderEliminarTe pones a pensar en un buen post y rápidamente te das cuenta de una cosa: con publicar un buen texto basta, como con el bote de Gior.
He leído éste y el de Tizón y me he puesto a pensar si no tenían algo que ver ambos: los pobres que no se quieren ver y los apellidos de los pobres que no se quieren mantener. Me acuerdo del porcentaje que en España se apellida García: un 5%. A Trapiello, si no me equivoco, le pasa lo mismo que a Tizón.
Parece que escribir de los pobres está bien, pero no que el apellido de uno sea uno más y se olvide. Como muchas otras cosas, algo comprensible. Pero también creo que un apellido natural no es muchas veces un apellido literario. Un escritor, algunos escritores, pueden pensar que hasta en el apellido hay que hacer literatura. Es una opción. No me parece mala. Me parece que Tizón podría reeditar el libro con el apellido que le plazca. Ya que se ha dicho, buscaré ese primer libro. Con los apellidos que sean. A ver.
Saludos de domingo de 23 horas.
En alguna de las entradas de tu blog, Manuel, reflexionabas sobre para qué sirve una bitácora... Uso el comodín Eloy Tizón para contestarte. Él, claro está, habla sobre literatura; pero yo me lo apropio para este asunto sobre qué publicar o no en el espacio 2.0:
ResponderEliminar"Escribir es, para mí, es tener ganas de escribir. Ganas de llenar un hueco. De cubrir un vacío. De salvar del olvido algo, algo pequeño, irrelevante, de poco peso, como el color del cielo de una tarde, el traje arrugado de Sergio o un reflejo rojizo en la melena de Paula. Cualquier cosa".
Quizá un blog sirva para eso, para salvar detalles que uno apunta, fragmentos que subraya, reflexiones que se le ocurren sobre la marcha o que lleva tiempo madurando... Más que pensar las entradas del blog, lo que hago es subir material con el que trabajo, que me provoca algo, que tiene que ver conmigo de algún modo y que puede que alguna vez quiera releer. En vez de guardarlo y ordenarlo en carpetas del disco duro, lo hago aquí, que además me permite interaccionar con otra gente.
Por cierto, ahora que lo pienso, estoy tiene algo de John Berger: "seleccionar nuestros recuerdos, para olvidar deliberadamente unas cosas y recordar otras".
En cuanto a los García... Estaría bien preguntarle a unos cuantos autores sobre eso que mencionas. Es curioso, pero todos mantenemos relaciones singulares con nuestro nombre por aquello de la identidad.
Eso sí, compañero, juraría que el primer libro de Tizón está descatalogado. Habría que preguntarle a don Eloy si es que ninguna editorial está interesada o si es que él prefiere mantenerlo en el limbo.
Hasta la siguiente conexión.