9 de octubre de 2009

Yuri Herrera (la presentación de Madrid)

Lo mío es contarle al mundo cosas de vital trascendencia sobre los escritores. Del mexicano Yuri Herrera, por ejemplo, quiero explicar varias sin las que su literatura resulta imposible de entender. Es más: no tiene sentido y no sé cómo alguien podría animarse a leer alguno de sus libros sin saber lo que yo voy a contar aquí.

Una es que está obsesionado con la sobrasada desde hace ocho años, cuando visitó Barcelona (vaya usted a saber para qué: ¿para un doctorado en embutidos catalanes?, ¿para estudiar la vida del payés en la masía?, ¿para ver un partido del Barça? Ni idea, pero el caso es que le encanta la sobrasada desde aquel viaje iniciático).

La segunda es que le gusta mojar en la salsa de tomate con que sirven los mejillones en La musa de Espronceda, oráculo gastronómico de Lavapiés, barrio en el que dijo sentirse cómodo, muy cómodo. (Claro, campeón, lo que no te dijimos es que estamos videovigilados como en 1984 por el ayuntamiento y que nos hacen controles de documentación a tutiplén; pero, sí, gran barrio el nuestro).

Y la tercera es que él no es nadie sin cuatro whiskies entre pecho y espalda antes de subirse a una tarima para hablar de su libro. Y no porque responda al estereotipo del macho —muy macho— tequilero de pelo en pecho, sino por los nervios. Como un flan estaba el chaval. Se ve que Julián Rodríguez, su editor, le dijo que venía a torear a Las Ventas, en vez de a presentar una novela en La fugitiva.

Eso sí, yo no lo noté nervioso mientras explicaba que el verbo jarchar —omnipresente en Señales que precederán al fin del mundo, su última obra— tiene que ver con las jarchas, la forma poética con que los árabes cerraraban unos poemas medievales llamados moaxajas; de ahí que a él se le ocurriese derivar el sustantivo y usar el verbo como sinónimo de salir. Este ejemplo, junto con las referencias al empleo que hace del registro coloquial del mexicano que se habla en el norte, venían a subrayar su exhaustivo trabajo con el lenguaje, su fascinación por la materia prima con que construimos los relatos desde la la época de los mitos.

Tampoco me pareció verlo titubear, ni por los nervios ni por el whisky, cuando habló del valor del silencio, de lo no dicho, en sus libros. O mientras explicaba que hace listas de palabras que quiere y no quiere usar en sus novelas. Si escucha una palabra y le toca la fibra, la anota; sabe que esa emoción es por algo y que tarde o temprano esa palabra tendrá sitio en su literatura. Desconozco de cuántos años era el espirituoso con que le templaron el espíritu; pero funcionó.

Después de la presentación charló con quien se acercó a hablar con él. Que si el viaje a Salamanca, que si el desfase horario, que si apenas había dormido debido a los nervios. Incluso tuvo tiempo para hablar de asuntos serios, como la inmigración, la Generación del Crack, el narcotráfico o la sensación de inseguridad en México. Al hilo de esto último, comentó, por ejemplo, que le hacía gracia Stieg Larsson cuando se ponía en plan trascendente y decía que en Suecia había «docenas de crímenes sin resolver...»

—¡Docenas! ¡Esos son los crímenes sin resolver que hay en México en un solo día!

Y es que, si hay un lugar donde los hombres no aman a las mujeres, ese es Ciudad Juárez; y no Estocolmo, Madrid o Nueva York. Pero, en fin —y esto lo digo yo, no Yuri Herrera—, ya sabemos cómo somos los europeos: nos encanta ser burgueses, presumir de progresistas y dictar las normas del mundo, aunque en general no tenemos ni puta idea de lo que pasa en otro lado que no sea en nuestra casa.

(Supongo que por eso Consejo del Poder Judicial español premió de manera póstuma a Larsson y no es capaz de hacer lo mismo con Roberto Bolaño, quien en 2666 dejó, en «La parte de los crímenes», una postal tremenda del femicidio ciudadjuarense, además de un notable y adictivo ejercicio de literatura. Se ve que el argumento de las ventas le pareció al CPJ el mejor para darse aires de gente ilustrada, que lee y todo eso. Se ve.)

En fin, las cosas de España. Volvamos a los mejillones. Volvamos con Yuri Herrera y algunos datos imprescindibles para acercarse a su obra.

Este buen hombre que vive en el DF y que a veces cruza al frontera para ir a Berkley a dar unas clases, además de ser escritor, lo parece. Tiene planta y voz de ello. Viste sobrio y no se las da ni de bohemio ni de figurín. Las manos son su punto fuerte. Las mueve de manera armónica y traza con ellas largas líneas en el aire. Además de para gesticular, las usa, como ya adelanté, para mojar pan en la salsa de tomate (rica, muy rica, picante, deliciosamente picante) de los mejillones. Y también para fumar como la gente civilizada —no como los bárbaros españoles—: sale a la calle y se echa un pitillo. Todo un detalle para un no fumador como yo.

Por un último, una curiosidad: Yuri vaticina que en el 2010 pasarán cosas gordísimas y terribles en su país. No recuerdo bien por qué, pero sí que tenían que ver con que se cumple cierta efemérides y con que los mexicanos son muy sugestionables. Desconozco si esto está relacionado con la noticia que colgó en su perfil de Facebook sobre los ultraconservadores que quemaron libros de Biología en Guajanato porque no quieren más educación sexual que la castidad. O con esta otra de su Twitter, donde nos da la buenanueva de que la virgen de Guadalupe se apareció en Tijuana. Pero ahí quedan los indicios. El tiempo dirá. Y quizá él, don Yuri Herrera, nos vaya contando más señales de esa gran hecatombe que está por venir.

Y fin, que tengo que hacer la maleta. Un abrazo, Yuri. Buen viaje de regreso.

PD 01: Entrevista con Yuri Herrera en la revista Teína, a raíz de la publicación de Trabajos del reino (Periférica, 2008). Reseña de Trabajos del reino.

PD02: Este sábado Yuri Herrera presentará en Madrid junto a algunos amigos el ¿n.º 13? de la revista que dirige, el perro. Una publicación en papel que durante la mayoría de su andadura financió de su bolsillo y que no llevó publicidad alguna. La cita es a las diez de la noche en un bar de la calle San Bernardo de cuyo nombre no logro acordarme. Si algún caballero de los de lanza en astillero, adarga antigua y rocín flaco sabe dónde es que deje recado en el blog, por favor. Yo estoy de viaje. Pero quisiera mandar mis mejores deseos a una dirección concreta.

PD 03: La presentación de Señales que precederán al fin del mundo (Periférica, 2009) aconteció en una librería nueva del videovigilado Lavapiés, La fugitiva (está en Santa Isabel, cerca de la filmoteca).

3 comentarios:

  1. Rubén: Los episodios históricos que refirió Yuri fueron la independencia, en 1810, y la revolución mexicana, en 1910. Por eso, lo que dice es que hay como una convicción en el imaginario colectivo de que 2010 va a ser un año de revueltas.

    Y la presentación de "el perro" es en Moloko o en Morocco, no lo tengo claro...

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  2. Presentación Num. 13 del Perro
    tema: Insultos
    Lectura de: Elia Maqueda, Pablo Medel, Juan Sebastián Cárdenas, Yuri Herrera.
    Moloko Bar
    Quiñones, 12
    Metro San Bernardo
    22:00 h.

    atte.
    Daniel Fragoso
    editor del Perro

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  3. Eso era; sí señor: las dos revoluciones.

    Por cierto, añado otro dato tan fundamental para entender la literatura de Yuri Herrera como el de los mejillones: La Plata (Argentina) es una de sus ciudades favoritas en el mundo. Aunque sólo sea en honor tuyo, Cristian, no podía olvidar esa información.

    *

    Hidalgo Daniel:

    Muchas gracias por el aviso. Un abrazo y, ojalá, sea una noche épica. Yo brindaré a vuestra salud desde Bilbao.

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