6 de agosto de 2011

Peligros de tuitear una manifa


Es solo 1 minuto y 56 segundos; pero basta para entender que algo falla en España. La escena es tan simple como cruel y lanza un mensaje claro: cada vez que veas a la Policía huye, aunque no estés haciendo nada. Huye. He visto 4 o 5 veces la agresión de la Policía Nacional contra Gorka Ramos, periodista de lainformacion.com, y cada vez que la veo pienso lo mismo: los policías parecen una banda de cabezas rapadas rodeando a un marroquí o a un senegalés; un hatajo de hooligans necesitados de pegarle a alguien sin motivo alguno, porque sí, de manera arbitraria.

Quiero decir: Gorka ni ha quemado cajeros ni ha roto escaparates ni ha lanzado cócteles Molotov... (Nadie lo hace en el 15M, pese a que la derecha mediática y la política lo tildan de movimiento antisistema, violento, radical y no sé cuántas cosas más). El único delito de Gorka, como se ve en el vídeo, fue tuitear pacíficamente desde su móvil para su periódico qué estaba sucediendo en la carga policial frente al Ministerio del Interior. Resultado: un porrazo en la cintura, una patada en la cabeza y salir esposado y escoltado por una docena de policías.

No conozco a Gorka; pero, miro el vídeo, y le veo muy parecido a mí o mis amigos. Lo veo tan parecido que siento que ayer le pegaron a él, pero que mañana podrían pegarme a mí o alguien cercano a mí... No es broma: vamos vestidos con camisetas y pantalones similares, tenemos barba, no somos violentos, intentamos enterarnos de la realidad acudiendo a las fuentes o, si un policía nos pega sin motivo, procuraríamos mirar su número de placa para denunciarlo. También usamos nuestros blogs o cuentas de twitter para criticar aquello con lo que estamos en desacuerdo o difundir aquello que nos gusta... Un perfil de máxima peligrosidad para la Policía, se ve.

Estamos avisados: si nos trincan en el lugar adecuado, nos aplicarán el mismo protocolo que a Gorka.

Ok, computer. 

Ahora bien, ese no es el único problema. Además está el ABC, capaz de manipular la realidad hasta convertirla en algo como este artículo que firma Carlos Hidalgo. Un texto del que se deduce que no solo debo temer por mi integridad cuando vea un policía, sino que además estoy sujeto a que me investiguen de acuerdo con una lectura —algo tergiversada me parece a mí— del artículo 514 del Código Penal si apoyo una convocatoria del 15M a través de las redes sociales.

Y por si faltaba alguien más para criminalizar al movimiento, hoy ha aparecido Esteban González Pons, quien ha acusado al 15M de ser un grupo violento, radical y que le complica la vida a la gente. Y lo dice él, que en una vida anterior debió de ser dóberman o pit bull terrier... Y mientras lo dice yo repaso el vídeo de Gorka o los vídeos de otras actuaciones violentas de la Policía desde que empezó todo esto y pienso en si yo me he perdido algo. No recuerdo coches quemados, vidrieras rotas, contenedores en llamas o algo así.

Nada.

A pesar de que las movilizaciones congregan a miles de personas, los incidentes han sido mínimos. Por tanto, cuando el ABC, Esteban González Pons —a quien nunca he visto en Sol—, Libertad Digital y compañía hablan de «grupo violento», ¿a qué se refieren? En serio: ¿a qué se refieren? 

Y cuando alguien tan extremista usa el adjetivo «radical», ¿a qué cualidad de alguien como yo, por ejemplo, alude?

Es que cuando leo u oigo hablar a esta gente parecería que el 15M ha convertido la Puerta del Sol en una banlieue francesa, que ha habido acuchillamientos, violaciones o algo parecido... Y sin embargo, hasta ahora los únicos que han sido violentos —y por violencia entiendo golpear de manera gratuita— han sido los policías. Y a las pruebas me remito (1, 2 o 3): no solo le han pegado a gente como Gorka, sino a mujeres, ancianos, discapacitados...

Ahora que sabemos quién no nos defenderá de los abusos policiales, solo falta saber si la Justicia lo hará. El vídeo de arriba dice que esos policías deberían ser sancionados.

PD. No dejaría de ver este vídeo para entender cómo mienten algunos políticos y medios respecto al 15M.

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